Metales o maneras
2019
Exhibición individual en Enrique Guerrero, Ciudad de México
Curaduría por Raúl Silva
El valor de un objeto es una atribución subjetiva, aunque sujeta a un contexto en transformación constante. Es en función de ese contexto -lo que existe afuera del objeto- que se formula la idea del valor de algo, es decir: solo se concibe la intención de dar valor a algo en el momento que se piensa en la posibilidad de un intercambio con lo que uno considera su equivalente.
La pérdida de valor de un objeto es un proceso subjetivo, pero también sujeto a un contexto en transformación constante. Es en función de ese contexto -lo que existe afuera del objeto- que el valor de algo disminuye, es decir: solo se concibe la perdida de valor de algo en el momento que se piensa en la posibilidad de un intercambio con lo que uno considera su equivalente.
Ambas ideas sobre el aumento y la disminución del valor, son en realidad lo mismo; regidas por el deseo de lo que no se tiene; de la concepción del poder adquirir algo más y donde la forma material del objeto en discusión no varía. Si este objeto es desarmado, sin embargo, su valor disminuirá, ya que parte de la fuerza de trabajo antes utilizada para su elaboración se habrá deshecho y la fuerza de trabajo utilizada para su desarticulación no será probablemente considerada. Pero si el ciclo de circulación de ese objeto desarmado cambia, el sentido de su uso y su valor, también podrían hacerlo.
Al hablar del proceso de transformación de un material crudo en un bien utilitario ¿Podemos reconocer el momento en el que la materia adquiere un valor simbólico que la diferencia? ¿Puede un elemento de la misma composición, área y peso tener un valor distinto determinado solo por su uso potencial y la demanda que otros tienen sobre él? ¿De qué forma la estética y la experiencia cultural determinan nuestro entendimiento de una materialidad?
Si invertimos las lógicas que delimitan nuestra forma de ver los objetos que nos rodean, y únicamente los considerados desde su estado material, donde por ejemplo una moneda es únicamente metal, estaríamos apelando a un desconocimiento de cómo se ejercen la sociedad y el intelecto sobre la forma. En esta otra manera de ver la realidad, la forma material solo estaría inmersa en un ciclo de sucesos concatenados carentes de sentido: la adquisición de la materia prima, la alteración de su forma, la delimitación de sus contornos, su articulación, su desecho... Esta otra cara de los objetos, constituye la mirada que no atendemos en su circulación, una proyección abstracta presente en el aspecto social de las cosas.
Raúl Silva
September 2019